Sarkozy ajusta cuentas con el sistema en su nuevo libro y bendice a la ultraderecha

Nicolas Sarkozy se ha convertido en un fenómeno editorial. Un mes después de su puesta en libertad, el ex presidente francés lanzó su libro “Diario de un prisionero” (Fayard), que rápidamente se convirtió en superventas. El título, número 13 de la serie, ocupa la primera posición en todas las categorías de ventas, según informó el propio autor.

El libro, de 212 páginas, relata las tres semanas que el expresidente pasó recluido en la prisión de La Sante, en París. Durante su detención le fue asignado el número 320 535 y describió en detalle el entorno carcelario, al que calificó de “hotel barato, con puerta blindada y rejas”. En sus páginas, Sarkozy narra la convivencia con presos que describió como “violadores, terroristas islamistas, asesinos y narcotraficantes”, y la rutina austera que le impuso el encierro.

Un relato desde la celda 11

Según el relato, la celda número 11 medía 12 metros cuadrados. El ex jefe del Ejecutivo escribió a mano, con un bolígrafo Bic, en cuadernos que luego entregaba a la secretaria del recinto para que los transcribiera y diera forma al manuscrito. Describió su dieta de yogures y barritas de cereal para evitar que otros presos alteraran su comida, la necesidad de agacharse para afeitarse y una ducha con un hilo de agua que comparó con “un colchón más duro que el del servicio militar”.

Sarkozy también señala que, pese a la carencia de dispositivos electrónicos, recibió 22 000 cartas de apoyo, tanto de anónimos como de figuras públicas, entre ellas el escritor Michel Houellebecq. Los únicos periódicos que solicitó fueron el conservador Le Figaro y el deportivo L’Équipe. Además, contó con la señal de CANAL+ y pudo seguir los partidos del PSG, su equipo favorito, desde la prisión.

El libro no es solo una crónica personal; constituye también un ajuste de cuentas con el sistema judicial que lo condenó y un llamamiento político. Sarkozy compara su situación con la del capitán Dreyfus, acusando al diario Mediapart de haber publicado informaciones que desencadenaron su caso. Asimismo, reivindica el fin del “cordón sanitario” que, según él, impuso su predecesor Jacques Chirac contra el Frente Nacional, hoy Reagrupamiento Nacional (RN).

En el texto, el ex mandatario asegura haber conversado por teléfono con Marine Le Pen durante su reclusión, pese a sus diferencias en política económica. “Representan a muchos franceses, respetan los resultados electorales y participan en la democracia”, afirmó. También recordó haber prometido a Le Pen que no convocaría un frente republicano ante posibles elecciones legislativas anticipadas.

El vínculo con la ultraderecha se hace evidente en varios pasajes. Sarkozy menciona cartas de Sébastien Chenu, uno de los colaboradores más cercanos de Le Pen, y destaca la visita de Jordan Bardella, presidente del RN, que recibió durante el verano pasado. Según el expresidente, la reconstrucción del Partido Republicano “solo puede lograrse a través de un espíritu de reagrupamiento lo más amplio posible, sin exclusiones ni anatemas”.

Respecto a Emmanuel Macron, Sarkozy relata un encuentro en el Palacio del Elíseo pocos días antes de su ingreso en La Sante. Macron habría expresado dudas sobre la seguridad en la prisión y propuesto trasladarlo a otra instalación, propuesta que Sarkozy rechazó. El ex presidente también criticó la retirada de la Legión de Honor y la disolución de la Asamblea Nacional en junio de 2024, calificándola de “capricho que hizo tanto daño a Francia como a su autor”.

En el ámbito personal, Sarkozy describe una experiencia espiritual en la cárcel, donde recibió la comunión del capellán penitenciario. Tras su liberación, él y su esposa Carla Bruni visitaron el santuario mariano de Lourdes, en los Pirineos franceses.

El autor también recuerda su trayectoria política: alcalde de Neuilly‑sur‑Seine durante veinte años y presidente de la República entre 2007 y 2012, sin incidentes graves en su gestión municipal. Sin embargo, el texto reconoce que su figura está empañada por diversas sentencias judiciales: una condena de cinco años por financiación ilícita de su campaña (relacionada con el régimen libio de Muamar Gadhafi), una multa de seis meses de prisión confirmada el 26 de noviembre por financiación irregular de la campaña de 2012, y otras resoluciones por corrupción y tráfico de influencias que le impusieron arresto domiciliario con brazalete electrónico entre febrero y mayo.

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