En la cama con el escritor Isaac Rosa: La precariedad laboral y la falta de vivienda nos quitan el sueño
Isaac Rosa, el escritor sevillano de 51 años, ha estado recorriendo Madrid en plena campaña de su última novela, Las buenas noches (Seix Barral). La obra, que se adentra en el mundo del insomnio, ha llevado al autor a reflexionar sobre su propio sueño, que describió como “regular”, una mezcla de cansancio y excitación por las entrevistas y la presentación del libro.
Durante los últimos días Rosa ha hablado sin descanso sobre el insomnio, un tema que, según él, a veces “se come” a la novela. “Me ocurre con frecuencia porque suelo elegir temas de actualidad, de interés político y social, que dan juego, sobre todo a los periodistas. Y es frecuente que se acaben comiendo un poco al libro”, explicó. La misma situación ya le había ocurrido con El país del miedo (2008) y Final feliz (2018), cuando la conversación pública se centró más en la cuestión social que en la trama literaria.
Una novela que mezcla ficción y ensayo
Las buenas noches combina la historia de un hombre insomne con fragmentos que funcionan como un diario del sueño, en los que Rosa inserta reflexiones sobre la industria de las aplicaciones para dormir, la aceleración social, la cultura del esfuerzo y la mala conciencia que genera el insomnio estructural. En España casi la mitad de la población duerme mal y el 14 % padece insomnio crónico, según datos de la Sociedad Española de Neurología, lo que convierte al país en el mayor consumidor mundial de benzodiacepinas.
Rosa defiende que, aunque es novelista, prefiere abordar estos temas desde la narrativa. “Podría haber incluido referencias académicas, pero me interesa la mirada que puede tener la novela sobre esos asuntos. La narrativa te permite mirar de otra manera; siempre nos estamos contando historias”.
La trama sigue a un protagonista que, en un viaje de trabajo, conoce en la madrugada a una mujer que sufre el mismo problema de sueño. Juntos descubren que, misteriosamente, pueden conciliar un sueño profundo y reparador. A partir de ahí surge una relación singular: no de amantes, sino de “durmientes”. No hay sexo ni conversaciones extensas, solo citas furtivas para dormir a pierna suelta. La novela plantea la pregunta de si esta forma de intimidad constituye una infidelidad, aunque sea “emocional” y sin actos sexuales.
El autor señala que la historia trata la infidelidad de la misma manera que una relación convencional, y que bastaría cambiar la palabra “dormir” por “follar” para que la trama fuera percibida como una típica historia de engaño.
El insomnio, tema central de la novela, nació de las propias noches en vela de Rosa. “Un problema individual que afecta a tanta gente es un problema social. Entre los insomnes hay motivos y remedios, pero creo que buena parte del insomnio tiene su origen en el modelo de sociedad y, por eso, necesita soluciones colectivas”, afirmó.
Rosa denuncia una sociedad que glorifica la sobrecarga de trabajo y el consumo constante, en la que el ajetreo se convierte en una forma de distinción más que en una lacra. “Abordar problemas como la precariedad laboral o la falta de vivienda devolvería el sueño a muchos”, añadió.
El escritor también rinde homenaje a la “aristocracia del sueño”, esa serie de personajes históricos que se jactaban de no dormir: Leonardo da Vinci, Margaret Thatcher o, en la actualidad, influencers que promueven madrugar a las cinco de la mañana para “aprovechar mejor el tiempo”. “Es la obsesión de dormir menos, de ganarle a la noche; nos creemos que es posible hacer eso”, comenta Rosa.
Elena Ramírez, editora de Seix Barral, recordó durante la presentación en el Espacio Fundación Telefónica que Madrid se promociona como “la ciudad que nunca duerme”. “Ese eslogan, copiado de Nueva York, responde a un modelo 24/7: la idea de que podemos hacer todo a cualquier hora y, además, debemos hacerlo. Frente a eso, dormir se vuelve una forma de resistencia”, señaló.
Para alimentar la novela, Rosa realizó una encuesta a su entorno preguntando: “¿Qué te quita el sueño?”. La respuesta del autor fue sincera: “En los últimos años, una mezcla de estrés laboral y problemas de salud en la familia me llevaba a la cama por las noches. Pero este verano he dormido muy bien. Dormir bien en vacaciones dice mucho sobre el origen de los problemas”.
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