¡La oposición venezolana al borde del abismo! ¿Todo o nada?

El futuro de Venezuela se ha convertido en objeto de intensas especulaciones. Mientras algunos creen que el país está a punto de alcanzar una oportunidad histórica, otros advierten que se encamina hacia una catástrofe. En medio de ese clima de incertidumbre, la oposición se muestra exhausta tras una larga serie de expectativas incumplidas.

Durante las últimas dos décadas la oposición venezolana ha creído, una y otra vez, estar a las puertas del cambio: en 2002, cuando Hugo Chávez fue brevemente depuesto; en 2004, con el referéndum revocatorio; en las elecciones regionales intermedias; en las presidenciales de 2012 y 2013; en la victoria parlamentaria de 2015; en las protestas de 2017; y en 2019, con el intento de gobierno interino encabezado por Juan Guaidó. Cada uno de esos momentos terminó con la subestimación de la estructura de poder chavista, su disciplina interna y su capacidad para reprimir, movilizar y mantener leales a sus seguidores.
María Corina Machado, la nueva cara de la oposición
María Corina Machado, actual líder del movimiento opositor y figura con amplio respaldo tanto dentro como fuera del país, ha centrado su discurso en la necesidad de una ruptura total con el régimen. En los últimos meses ha insistido en que la presión internacional, la sanción de los flujos financieros que sostienen al chavismo y el aislamiento diplomático pueden desencadenar una transición pacífica.
Machado ha señalado que el régimen se financia, entre otros, con el narcotráfico, el contrabando de oro, armas y petróleo. “Cuando esos recursos se cierren, las estructuras del gobierno empezarán a ceder”, declaró a la prensa. Asimismo, ha descartado la posibilidad de que Venezuela siga el camino de conflictos como los de Libia, Afganistán o Irak, donde Estados Unidos intervino militarmente.
Su equipo, encabezado por el asesor Carlos Blanco, sostiene que la presión actual ha acorralado al régimen como nunca antes. “El caos ya está aquí”, afirma Blanco, subrayando que la situación exige una respuesta firme pero no necesariamente militar.
Por su parte, el expresidente y veterano opositor Henrique Capriles muestra una postura más cautelosa. “La solución tiene que ser política. El hecho de que el régimen no haya cumplido con los acuerdos anteriores no nos convierte en partidarios de la guerra”, declaró. Capriles, que perdió su pasaporte en 2024 tras ser anulado por el gobierno, denuncia la creciente persecución a quienes discrepan del discurso dominante y llama a una negociación basada en el diálogo.
El gobierno de Estados Unidos, bajo la administración de Donald Trump, ha intensificado su retórica contra el chavismo, aunque hasta ahora no ha anunciado una intervención militar directa. Washington mantiene a Venezuela como un adversario geopolítico y ha planteado diversos escenarios, desde la caída del régimen tras 26 años de poder hasta la posibilidad de un conflicto violento de consecuencias incontrolables.
Analistas internacionales ofrecen una visión matizada. La politóloga Carmen Beatriz Fernández señala que “entre la transición ejemplar y el estallido violento hay una infinidad de matices”. Considera que, aunque Venezuela ha atravesado graves crisis, también cuenta con décadas de experiencia democrática que no deben olvidarse. Propone una transición “medianamente ordenada”, alejada de los escenarios apocalípticos.
El escritor e investigador Diego Bautista Urbaneja, por su parte, advierte que la presión estadounidense se traduce más en un asedio prolongado que en un impulso hacia un desenlace rápido. “Las expectativas seguirán altas, pero la realidad será una serie de ajustes graduales”, comentó.
En el espectro menos combativo se encuentra Timoteo Zambrano, quien ha optado por mantener una postura institucional. Calificado por algunos como “alacrán”, Zambrano describe la situación como “un proceso de agresión” y acusa a la administración estadounidense de buscar controlar los recursos energéticos venezolanos. Sin embargo, confía en que, a largo plazo, prevalecerán el diálogo y la diplomacia.
En definitiva, la oposición venezolana se debate entre la impaciencia, el temor a un colapso y la esperanza de una transición incierta. Cada facción defiende su propio libreto y desconfía de los demás, mientras la pregunta central pasa de “¿caerá el régimen?” a “¿será la oposición capaz de unirse cuando llegue el momento crítico?”.

Deja una respuesta