Rusia celebra el plan de Trump para fragmentar la Unión Europea

Durante años Vladimir Putin ha expresado su deseo de ver colapsar la Unión Europea y alejarla de Estados Unidos, siguiendo la lógica del “divide y vencerás”. Sin embargo, el giro que ha supuesto la política exterior del gobierno de Donald Trump supera incluso sus expectativas más optimistas. Por primera vez, una administración estadounidense sitúa al bloque comunitario, y no a Rusia, como su principal adversario en el Viejo Continente.

En la nueva Estrategia de Seguridad Nacional, publicada el pasado viernes, Washington anunció la intención de retirar sus defensas convencionales de los países del este de Europa a partir de 2027, según informó Reuters. El Kremlin interpreta esa medida como una ventana de oportunidad para avanzar sus intereses en la región mientras Trump siga en el poder.
Reacción del Kremlin y de sus aliados
“Existe preocupación por un posible cambio de estrategia nacional de Estados Unidos bajo futuras administraciones, pero el enfoque actual resulta atractivo para Rusia”, declaró este lunes el portavoz de Putin, Dmitri Peskov.
En una entrevista concedida el fin de semana, Peskov elogió la nueva política exterior de Trump: “Es, en gran medida, coherente con nuestra visión y constituye una garantía de que podemos continuar trabajando de forma constructiva para buscar una solución pacífica en Ucrania”.
El vicepresidente del Consejo de Seguridad ruso, Dmitri Medvédev, y el magnate Elon Musk, antiguo aliado de Trump, expresaron su apoyo a la postura estadounidense en la red social X. Musk escribió: “La Unión Europea debería ser disuelta y la soberanía devolverse a cada país, de modo que sus gobiernos representen mejor a sus pueblos”. Medvédev añadió que el “pragmatismo de la actual administración MAGA” está “dominando a la desorientada Unión Europea”.
Las conversaciones entre EE. UU. y Rusia sobre Ucrania no se limitan al conflicto actual. Moscú ha incluido en sus negociaciones la retirada de los contingentes de la OTAN y de sus sistemas de defensa de todos los países que se unieron a la Alianza después de 1997, lo que implicaría retrasar la protección occidental hasta la frontera alemana y dejar en incertidumbre a los Estados bálticos, Polonia, Rumania, Suecia y Finlandia.
El documento de la Casa Blanca también menciona el apoyo a partidos políticos ultranacionalistas contrarios al bloque europeo y plantea restablecer el equilibrio estratégico con Moscú para “prevenir una escalada o expansión involuntaria de la guerra”. Según el plan, Washington ofrecerá un “importante compromiso diplomático” a Moscú, mientras que Europa deberá “valerse por sí misma” y asumir la responsabilidad de su propia defensa.
Putin, por su parte, reiteró la semana pasada que “si la Unión Europea lo desea, Rusia está preparada para la guerra de inmediato”. Días antes, el Pentágono había advertido a altos cargos europeos que, a partir de 2027, el bloque tendría que asumir la mayor parte de las capacidades defensivas convencionales de la OTAN en su propio territorio.
Rusia considera que la estrategia de Trump abre nuevas oportunidades en sus áreas de influencia, que van desde el este de Europa hasta el Cáucaso y Asia Central. El analista militar Semión Pegov, vinculado a los servicios especiales rusos, advirtió que la salida del “gendarme” transatlántico generará una zona de incertidumbre que podría desestabilizar regiones clave para Moscú y aumentar el riesgo de conflictos locales.
El Kremlin cuenta con apoyos dentro de la Unión Europea para impulsar esta visión. El primer ministro húngaro Viktor Orbán, aliado cercano de Putin, ha señalado que la posible “hesitación” de Ucrania para integrarse a la UE justifica, según él, un eventual ataque ruso. Orbán afirmó que Bruselas se está preparando para una guerra con Rusia, con una fecha prevista para 2030.
Sin embargo, las autoridades rusas mantienen cierta cautela. Trump registra los índices de popularidad más bajos desde su elección y se enfrenta a elecciones de medio mandato el próximo año. El Kremlin, pese a apostar por la administración estadounidense, reconoce que sus planes a largo plazo deben adaptarse a posibles cambios políticos en Washington.
Peskov también difundió una teoría conspirativa, alegando que el presidente estadounidense podría estar siendo manipulado por “el Estado profundo”, una supuesta red en la sombra que controla el poder.
Algunos analistas rusos, como Serguéi Markov, exasesor de política exterior de Putin, son más escépticos. “Todo el documento coincide con la ideología de Trump. Si los demócratas llegan al poder, lo cancelarán de golpe”, escribió Markov en sus redes sociales, añadiendo que Estados Unidos podría convertirse en un “aliado potencial” de Rusia contra los globalistas, aunque por el momento Moscú debería estrechar sus lazos con China, ya que EE. UU. centrará su atención en el Pacífico.
El acercamiento a Trump también genera inquietud entre los nacionalistas rusos. El corresponsal de guerra Alexander Slkov, en su canal de Telegram, señaló dos preocupaciones principales: el futuro de Europa en este escenario y la necesidad de no olvidar que, según él, “los estadounidenses son responsables de la muerte de cientos de miles de rusos”.

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