Los cuatro hackers mexicanos a la caza de pedófilos en Internet: Cada vez es más fácil ejercer esta violencia

Una fotografía de una estudiante oaxaqueña que regresaba a su casa después de clases se difundió en un grupo de Telegram con 350 miembros, provocando una ola de comentarios sexualizados como “es imposible no mirar cómo se le acomoda la falda”, “sube más” o “¿qué usa, tanguita?”. La conversación tomó un giro más alarmante cuando uno de los participantes reveló que la imagen había sido enviada por la supuesta hija o hijastra del remitente.

Los mensajes fueron publicados a finales de noviembre por el Colectivo DLR, un equipo de hackers dedicado a combatir la violencia digital. El grupo de Telegram contenía tanto contenido de adultos como de menores. La difusión en redes de la conversación impulsó una investigación de la Fiscalía de Oaxaca, que comenzó a interrogar a alumnos de dos preparatorias de la capital, donde estudian las víctimas. Este caso constituye solo una de las cientos de denuncias que el Colectivo DLR afirma recibir a diario.
El crecimiento de las denuncias y la capacidad de respuesta del Colectivo DLR
Andy Torres, director general del Colectivo DLR, relata que en 2020 el equipo gestionaba alrededor de 50 denuncias diarias en redes sociales. Seis años después, esa cifra ha aumentado de forma exponencial, alcanzando entre 800 y 1,000 reportes al día. “El incremento es desmesurado; la violencia digital ha crecido mucho. Más que crecer, creo que ahora la identificamos con mayor facilidad”, explica Torres.
El colectivo está formado por nueve colaboradores, aunque solo cuatro se encargan de atender la totalidad de denuncias. Gran parte del trabajo se realiza de forma automatizada: “A veces ejecutamos un servidor que contiene diez sitios, lo que equivale a diez casos simultáneos. Esto agiliza considerablemente el proceso, aunque el número reducido de personas que lo hacen resulta impactante”.
El acceso al chat de Telegram se produjo mediante un enlace compartido en un grupo de WhatsApp que superaba los mil usuarios, cerca del límite permitido por la aplicación. En ese espacio también circulaban fotografías íntimas de mujeres adultas. “De pronto alguien empezó a incitar a compartir imágenes de menores, y fue entonces cuando se desató esta ola”, señala Torres. En la conversación de Telegram se difundieron fotos de la hijastra de un usuario, de la prima de otro, y la publicación de imágenes de menores se multiplicó rápidamente.
Torres subraya la facilidad con la que se perpetra este tipo de violencia: “Hoy en día basta con tomar un dispositivo y comenzar a ejercer este tipo de agresión”. El fenómeno ya ha traspasado las barreras de plataformas como Facebook, donde el equipo también ha detectado grupos que compartían imágenes de niñas con connotaciones sexuales, sin llegar al desnudo explícito. “Era una invitación para que otras personas se unieran y luego migraran a plataformas como Signal o Telegram”, explica.
El colectivo contactó a Facebook para solicitar la eliminación de uno de esos grupos, que pasó de 1,000 a 4,000 usuarios en apenas dos horas. Un caso similar se dio con el grupo “La Princesa de Papá”, que contaba con más de 20,600 miembros y circulaba contenido sexualizado de mujeres y niñas. La comunidad “We are women on fire” expuso los mensajes del grupo el pasado domingo, lo que motivó a la Fiscalía de Nuevo León y a la policía estatal a iniciar las investigaciones correspondientes.
Telegram, por su parte, afirma que el material de abuso sexual infantil está prohibido en sus términos de uso y que elimina dicho contenido tan pronto como se detecta. “Los moderadores supervisan proactivamente las áreas públicas de la plataforma y atienden denuncias para borrar millones de contenidos dañinos cada día, incluido el abuso sexual infantil”, indica la empresa, añadiendo que los archivos eliminados no se conservan.
La inteligencia artificial también ha sido utilizada para potenciar la violencia sexual digital. En 2023, autoridades de la Ciudad de México detuvieron a un exalumno del Instituto Politécnico Nacional (IPN) acusado de manipular fotos de sus compañeras con IA. La investigación reveló 166,000 imágenes editadas y alrededor de 20,000 videos, que fueron empleados para acosar, extorsionar y otros fines delictivos. “Una pequeña modificación de una imagen puede trasladar la violencia de la pantalla a la vida real”, reflexiona Torres.
Según datos recopilados por el Colectivo DLR, las víctimas predominantes son mujeres y niñas. Los rangos de edad más frecuentes son de 25 a 35 años en mujeres adultas y de 8 a 12 años en menores. Sin embargo, el fenómeno es intergeneracional: “Hemos tenido casos de mujeres muy jóvenes y también de mujeres de 80 años, algo que no se imaginaría”.
La difusión del chat de Telegram en redes impulsó a las autoridades de Oaxaca a actuar. Torres destaca la importancia de denunciar: “Las autoridades están prestando más atención. En México ya existen reformas que penalizan este tipo de conductas, pero aún faltan casos judicializados”. Añade que la exposición pública debilita a los agresores: “Antes utilizaban su foto de perfil y datos reales sin vergüenza; hoy tratan de ocultarse, y eso les genera un daño”.

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