Peridis: para Cerdán, más vale solo

El analista político Riki Blanco ha compartido sus reflexiones sobre el panorama actual, enfocándose en la interacción entre los actores emergentes y los tradicionales en la arena internacional. Según Blanco, la dinámica de poder está experimentando una reconfiguración donde los “nuevos” actores, como movimientos sociales digitales y alianzas regionales, conviven y a veces compiten con “los de siempre”, es decir, los Estados y organizaciones multilaterales consolidados.

Perspectiva de Riki Blanco
Blanco sostiene que, más allá del tradicional multilateralismo, es necesario reconocer la influencia creciente de plataformas tecnológicas y redes de cooperación transnacional que operan fuera de los marcos institucionales clásicos. Estas estructuras emergentes aportan tanto oportunidades como desafíos, pues pueden acelerar la toma de decisiones y, al mismo tiempo, complicar la gobernanza global al introducir actores sin representación oficial.
En su análisis, el experto destaca tres tendencias clave:
- Descentralización del poder diplomático: La capacidad de los gobiernos para influir directamente en la agenda internacional está disminuyendo frente a la presión de grupos de la sociedad civil y empresas multinacionales.
- Multiplicidad de foros de diálogo: Se observa un auge de encuentros informales y cumbres sectoriales que complementan, y en ocasiones sustituyen, a las cumbres de la ONU y otros organismos tradicionales.
- Innovación en la resolución de conflictos: Herramientas como la inteligencia artificial y la analítica de datos están siendo empleadas para prever crisis y diseñar respuestas más ágiles, reduciendo la dependencia exclusiva de los canales diplomáticos convencionales.
Blanco advierte que la coexistencia de estos “nuevos” y “viejos” actores exige una adaptación de las políticas exteriores, donde la flexibilidad y la capacidad de alianzas no convencionales serán esenciales para mantener la estabilidad y la cooperación internacional.

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