El rechazo de Francia y las dudas de último minuto de Italia amenazan con descarrilar la firma del acuerdo entre la UE y Mercosur
El acuerdo comercial entre la Unión Europea y el bloque sudamericano Mercosur, que constituiría la mayor zona de libre comercio del planeta con más de 700 millones de consumidores, está en la cuerda floja. La firma del tratado, que incluye a Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, se encontraba a pocos pasos de concretarse cuando el Gobierno francés solicitó aplazar la votación europea y la primera ministra italiana expresó dudas de último momento.

Situación actual del acuerdo UE‑Mercosur
El calendario acordado entre las instituciones europeas y los países sudamericanos preveía que el proceso interno de la UE culminara esta semana. En la agenda figuraba la votación en el Parlamento Europeo de una serie de cláusulas de salvaguarda para los productos europeos, los debates entre la Eurocámara y los Estados miembros, y, finalmente, la ratificación del pacto por parte de los representantes de los Veintisiete. La ceremonia de firma estaba programada para el fin de semana en Foz de Iguazú, Brasil.
“Firmar el acuerdo es de crucial importancia, tanto económica como diplomática y geopolítica, y refuerza la credibilidad de la UE en la escena internacional”, declaró este lunes un portavoz de la Comisión Europea, responsable de la política comercial del bloque, que manifestó su esperanza de que el tratado se suscriba antes de fin de año.
No obstante, el proceso se ha visto entorpecido. El domingo, el primer ministro francés, Sébastien Lecornu, pidió posponer la votación del Consejo de la UE, argumentando que “no se dan las condiciones para ninguna votación sobre la autorización de la firma del acuerdo”. La solicitud, que llega de un Gobierno encabezado por Emmanuel Macron en una posición delicada, representa un duro revés.
Por su parte, la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, comunicó a las instituciones europeas que prefiere no votar esta semana, temiendo protestas de los agricultores italianos. Dado que la ratificación requiere el apoyo de una mayoría de países en términos de población, la ausencia de Francia y la posible negativa de Italia ponen en entredicho la viabilidad del tratado, sobre todo si se suma el voto negativo esperado de Polonia.
Italia, que actualmente mantiene un comercio de aproximadamente 16.400 millones de euros con los países del Mercosur, sería uno de los principales beneficiarios del pacto, que eliminaría los aranceles sobre el 91 % de los productos. Un retraso o la cancelación de la votación supondría la muerte del acuerdo, según afirman fuentes europeas.
Brasil, que preside la asociación latinoamericana durante este semestre, ha trabajado intensamente bajo la presidencia de Luiz Inácio Lula da Silva para impulsar el tratado. De no lograrse la ratificación antes del 1 de enero, la presidencia pasará a Paraguay, un país más escéptico respecto al pacto. Además, persisten las presiones de Estados Unidos, cuyo gobierno bajo Donald Trump ha mostrado una actitud hostil hacia los acuerdos multilaterales.
El presidente del Consejo Europeo, António Costa, advirtió recientemente que “si no firmamos el acuerdo con Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, nos quedaremos solos en el mundo”. El mandatario subrayó que no basta con debates teóricos sobre la rivalidad entre EE UU y China; la UE necesita socios fiables que le permitan diversificar sus fuentes de materias primas y reducir la dependencia de Pekín.
Los críticos del acuerdo, principalmente sectores agrícolas, temen una inundación de productos más baratos que podría perjudicar a los agricultores europeos. Sin embargo, el tratado incluye salvaguardas sustanciales, tanto en materia de precios como de controles sanitarios. Tras la presión de Francia, la Comisión Europea introdujo nuevas auditorías para las importaciones agroalimentarias provenientes del Mercosur.
Por otro lado, países como Alemania y España respaldan firmemente el pacto, señalando que abre la puerta a nuevas oportunidades de cooperación con socios estratégicos y contribuye a la seguridad del suministro de materias primas esenciales. Asimismo, el acuerdo podría contrarrestar la creciente influencia comercial de China en la región.
En el mismo periodo, la UE se encuentra inmersa en debates internos sobre el apoyo a Ucrania y la gestión de los activos soberanos rusos congelados, una cuestión en la que Bélgica se muestra reacia. Todo ello se enmarca en la búsqueda de la UE por consolidar su posición como actor fiable en un entorno internacional cada vez más fragmentado.

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