Conservadores perdidos

En 2021 la periodista Anne Applebaum sostuvo que los partidos de centroderecha constituían el mejor baluarte contra la extrema derecha, pues aún conservaban la capacidad de acercarse a los votantes tradicionales y ofrecerles un sentido de pertenencia. Applebaum señalaba el desarraigo como el caldo de cultivo de los nuevos populismos y advertía que un centroderecha sólido, que trabajara en la política real, podría evitar que esos electores se sintieran perdidos en una sociedad en constante transformación.

No obstante, el auge de los partidos ultraderechistas parece haber puesto a prueba esa hipótesis. En Noruega, los conservadores que lideraban las encuestas en 2024 han quedado relegados detrás del ultraconservador Partido del Progreso, que ahora se posiciona como la segunda fuerza tras la izquierda laborista. Al mismo tiempo, el barómetro mensual de 40 dB muestra un fuerte incremento en la intención de voto para Vox, mientras el Partido Popular registra sus peores resultados desde las elecciones generales del 23 de julio.

El dilema del centroderecha ante el auge de la extrema derecha

En el contexto español, el propio líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha tratado de humanizar su imagen compartiendo en redes un video en el que interpreta “Mi limón, mi limonero” bajo el título “Me gusta la fruta”. El gesto, aunque bienintencionado, ha sido recibido con escepticismo, pues el partido sigue empleando la inmigración como carta política y ha sido criticado por sus declaraciones polémicas.

Ejemplos recientes ilustran la tensión interna: Elías Bendodo calificó de “pirómana” a la directora de Protección Civil, mientras Miguel Tello, en tono agresivo, instó a “cavar fosas para enterrar al Gobierno”. Estos episodios reflejan una tendencia a la retórica incendiaria que amenaza con desdibujar la diferencia entre la derecha tradicional y la ultraderecha.

Ante este panorama, la reflexión de Pablo Caso durante la moción de censura a Vox en 2020 vuelve a cobrar vigencia: “No somos como usted porque no queremos ser como usted”. La frase resume la necesidad de que el PP y demás fuerzas centroderechas recuperen un discurso basado en propuestas concretas y en la capacidad de gobernar, en lugar de caer en la confrontación simplista y autoritaria.

Para que el centroderecha pueda cumplir su papel de freno al populismo, es imprescindible que abandone la tentación de imitar la narrativa de la extrema derecha y, en su lugar, se enfoque en políticas que respondan a las preocupaciones de los ciudadanos sin sacrificar los principios democráticos.

En medio de los avisos de suscripción que aparecen en la pantalla de varios lectores —recordatorios de que la cuenta está siendo usada en más de un dispositivo y de la necesidad de pasar a la modalidad Premium para añadir usuarios— la discusión política sigue en marcha, evidenciando que la lucha por la narrativa y la lealtad electoral continúa siendo tan intensa como nunca.

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