Saint Etienne baja las luces de la pista

Desde los inicios de los noventa, Saint Etienne se consolidó como una pieza singular del pop británico, creando un puente entre la cultura de clubs y la canción melódica. Con himnos como “Only Love Can Break Your Heart”, “He’s on the Phone” y “Heart Failed (In the Back of a Taxi)”, el trío – Bob Stanley, Pete Wiggs y la vocalista Sarah Cracknell (Chelmsford, 1967) – marcó una melancolía urbana característica de la época finisecular.

Después de más de tres décadas de actividad, la agrupación anuncia su despedida con el nuevo disco *International* (Heavenly/PIAS). Musicalmente, el álbum suena más como una celebración que como un lúgubre testamento, y la entrevista se realizó con Cracknell en un restaurante de Holland Park, barrio londinense que frecuentaba en su juventud. Allí, un camarero que la reconoció al instante le expresó su admiración mientras ella disfrutaba de un almuerzo tranquilo, lejos del bullicio turístico.
International, el último álbum de Saint Etienne
La decisión de disolver el grupo no se debe a conflictos internos, sino a un cansancio acumulado. “Ya tenemos todos una agenda de giras, la promoción y los viajes se hacen más agotadores que antes. Te dejan hecho polvo”, comenta Cracknell. En cuanto al legado, la cantante afirma que lo que más la enorgullece no son los trece álbumes ni las apariciones en *Top of the Pops*, sino el vínculo fuerte que han mantenido a lo largo de los años.
*International* funciona como una síntesis de todas sus etapas previas. El disco combina canciones redondas con la mezcla de exaltación y tristeza que siempre los caracterizó. Destacan “GL”, producida por Tom Rowlands (The Chemical Brothers), una explosión de euforia con sintetizadores y guitarras que celebra los pequeños placeres como antidepresivo. En la parte más melancólica aparecen “The Go Betweens”, un dúo con Nick Heyward, y “Fe”, una balada sobre relaciones que se apagan. “La tentación es interpretarla como una canción sobre el final del grupo, pero no lo es. Es una historia más general sobre los vínculos que se extinguen”, explica la cantante.
Cracknell recuerda los orígenes del proyecto: “Los tres éramos muy fans del pop desde niños y soñábamos con estar en una banda, aunque ninguno tocaba un instrumento”. El auge del house y el sampling les mostró que podían crear discos sin saber tocar, lo que llevó a la idea original de que cada canción fuera interpretada por una voz distinta. La oportunidad llegó con el tercer sencillo “Nothing Can Stop Us”, cuando la entonces novia de Bob, amiga de la infancia de Cracknell, se ofreció como vocalista. “Sonó un poco cursi, pero fue como encontrar a mi familia musical”, dice la cantante.
El debut, *Foxbase Alpha* (1992), se realizó “a tientas”, improvisando y cruzando los dedos para que gustara a alguien. Desde entonces, Saint Etienne se convirtió en un “grupo de collage”, combinando samples de voces de películas británicas raras y cuñas de televisión con ritmos de house y breakbeat. La voz de Cracknell, cristalina y cálida, siempre ha sido el eje emocional del proyecto.
Influidos por artistas como Elizabeth Fraser (Cocteau Twins), Cracknell buscó un tono etéreo sin perder naturalidad y decidió no americanizar su acento, una elección que consideró auténtica frente al mainstream. Hija de la actriz Julie Samuel y del asistente de dirección de Stanley Kubrick, Derek Cracknell, la cantante recuerda haber sido elegida para aparecer como bebé en *2001: Una odisea del espacio*, aunque la escena nunca se utilizó.
En plena era de “Cool Britannia”, Saint Etienne se mantuvo como una anomalía: francófilos, europeístas y escépticos del patriotismo británico. “Nunca nos opusimos conscientemente al britpop, aunque quizá un poco sí”, comenta con malicia. Esa postura se refleja en todo su trabajo, desde la bandera europea en los primeros singles hasta el nombre del grupo, inspirado en el club de fútbol francés Saint‑Étienne.
El legado del cuarteto incluye discos como *Good Humour* (1998), grabado en Suecia con material analógico y que reunió temas como “Sylvie” o “Woodcabin”, y la colaboración con To Rococo Rot en *Sound of Water* (2000). Un rumor pop sugiere que Cracknell rechazó la canción “Believe”, que luego sería un éxito para Cher, pero ella asegura no recordar tal propuesta.
Al hablar del panorama actual, Cracknell reconoce que el pop ya no ocupa el centro del consumo musical: “Ahora el hip‑hop, el reguetón y cientos de estilos dominan”. Sin embargo, sigue escuchando a artistas emergentes, especialmente a mujeres como PinkPantheress y SZA, a quienes considera “fantásticas y muy talentosas”. Esta nueva energía también influyó en su decisión de cerrar el proyecto.
El tema “The Last Time” cierra *International* y marca el final de su carrera. “Se me hizo un nudo en la garganta al grabarla”, admite. La canción refleja la nostalgia de dos antiguos ravers convertidos en adultos responsables, atrapados entre el recuerdo idealizado de sus noches de locura y la rutina doméstica.
Con la partida de Saint Etienne, Cracknell planea retirarse a la zona sur de Francia para disfrutar del vino y, posiblemente, escribir unas memorias al estilo de sus compañeras Tracey Thorn y Viv Albertine. El futuro de la cantante aún es incierto, pero su legado permanece como una de las piezas más originales y queridas del pop británico.

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