A vueltas con la dedicación de los médicos

Federico Soriguer, médico jubilado desde hace más de una década, reflexiona sobre la propuesta de dedicar exclusividad a los profesionales sanitarios que ocupan cargos jerárquicos en el Sistema Nacional de Salud (SNS) y a los médicos residentes (MIR) durante los cinco primeros años de contrato.
El debate sobre la incompatibilidad y la dedicación exclusiva
Soriguer recuerda su trayectoria: culminó la carrera de Medicina en 1969, antes de la existencia del MIR, y vivió años de pluriempleo para alcanzar la independencia económica. Cuando finalmente obtuvo una plaza de médico interino con dedicación exclusiva, experimentó una transformación radical en su vida profesional, pudiendo concentrarse en la atención de pacientes complejos, la docencia y la investigación, sin la presión de múltiples trabajos simultáneos.
En la actualidad, el proyecto de Estatuto Marco que está elaborando el Ministerio de Sanidad incluye la obligatoriedad de dedicación exclusiva para los médicos con responsabilidad jerárquica en el SNS y para los MIR durante los cinco años iniciales de contrato. Los sindicatos y colegios profesionales se oponen a esta medida, argumentando que la legislación de incompatibilidades ya debería cubrir estas situaciones.
Según la normativa vigente, los funcionarios públicos no pueden ejercer actividades remuneradas en el sector privado o público cuando exista conflicto de horarios o de intereses. El caso de los médicos es particular: aunque no son funcionarios en sentido estricto, están sujetos a la misma regla de incompatibilidades, pero su aplicación ha sido históricamente menos rigurosa.

En el pasado, la flexibilidad se justificaba porque la mayoría de los médicos que realizaban consultas privadas lo hacían en horarios vespertinos y con un bajo riesgo de conflicto de intereses. Sin embargo, el crecimiento de grandes corporaciones sanitarias que contratan a médicos del SNS ha convertido la incompatibilidad en una cuestión de mayor relevancia, pues la dualidad de empleos puede afectar la calidad y la equidad del servicio público.
Soriguer señala que la exigencia de exclusividad no solo implica un aumento de salario para compensar la pérdida de ingresos privados, sino también una reflexión sobre la vocación de servicio que debería caracterizar a la profesión médica. Argumenta que la dedicación exclusiva, por sí sola, no garantiza el compromiso ni el sentido de pertenencia al SNS, mientras que la compatibilidad bien regulada sí podría preservar ambos aspectos.

El médico jubilado concluye que la discusión debería centrarse menos en la prohibición absoluta del pluriempleo y más en cómo asegurar que los profesionales de la salud mantengan una dedicación plena y ética al servicio público, sin que la legislación coercitiva sea la única herramienta para lograrlo.
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