Al menos 14 muertos, entre ellos tres niños, por las lluvias torrenciales en una Gaza desamparada

La tormenta Byron ha provocado una nueva ola de destrucción en la Franja de Gaza, donde la población sigue atrapada tras más de dos años de intensos bombardeos y demoliciones. Aunque las fuertes lluvias han empezado a disminuir, las autoridades locales han constatado este viernes los devastadores efectos del pico de intensidad registrado en las horas anteriores.

Según el Ministerio del Interior del Gobierno de Hamas, desde el jueves al menos 14 personas, entre ellas tres niños, han perdido la vida a causa de derrumbes provocados por el viento y la lluvia, o por hipotermia. Además, se han derrumbado al menos 13 edificios y los equipos de rescate han recibido 4.300 llamadas de auxilio. Un total de 27.000 tiendas de campaña se han vuelto inservibles, arrastradas por el agua o los fuertes vientos.
Impacto humanitario de la tormenta Byron
Mahmud Basal, portavoz de la Defensa Civil, informó que una vivienda ya dañada por los bombardeos se vino abajo sobre una familia, cobrándose la vida de seis de sus miembros. En otro caso, el colapso de un muro dejó atrapada a una familia de ocho personas en un edificio de cinco plantas en Beit Lahiya, en el norte de la Franja; los equipos de rescate tardaron varias horas en extraer a los seis sobrevivientes entre los escombros.
Las víctimas registradas este viernes incluyen a la niña de nueve años Hil al‑Masri, que murió de hipotermia mientras se encontraba en un refugio para desplazados, y al bebé Taim al‑Jawaja, fallecido horas antes por la misma causa. Se suma también Rahaf Abu Jazar, una bebé de ocho meses que "murió repentinamente de frío" mientras dormía sin protección, según declaró su madre, Hejar Abu Jazar.
La ONU estima que la población de Gaza necesita alrededor de 300.000 tiendas de campaña, casas móviles y caravanas, pero el ingreso de estos recursos se ve obstaculizado por el bloqueo israelí, pese al alto el fuego vigente desde octubre. Muchos de los refugios actuales están construidos con plásticos y restos de acero recuperados de los escombros; como relató Hani Ziara, corresponsal de Al Jazeera, “cuando empieza el viento, todos sujetamos los postes para evitar que la tienda se caiga”.
El rechazo de Israel al ingreso de maquinaria pesada y equipos de bombeo de agua, argumentado por el riesgo de que caigan en manos de grupos armados como Hamas, ha agravado la situación. En Beit Lahiya, los residentes intentan desalojar los escombros con palas y herramientas improvisadas.
La Organización Internacional para las Migraciones ha lamentado la escasez de materiales de refuerzo para los refugios, como paneles de acero, sacos de arena y bombas de agua, que son esenciales para hacer frente a las inundaciones. Cerca de 795.000 desplazados, que representan más de un tercio de la población de Gaza, viven en zonas bajas y densamente acumuladas de escombros, con un alto riesgo de inundaciones por la ausencia de drenaje y barreras protectoras.
Rik Peeperkorn, responsable de la operación de la Organización Mundial de la Salud en Gaza, advirtió en una teleconferencia desde Ginebra que la combinación de la tormenta Byron y las condiciones invernales, junto con la falta de agua y saneamiento, aumentará la incidencia de infecciones respiratorias agudas, gripe, hepatitis y enfermedades diarreicas.
Estos nuevos fallecimientos son una “muerte invisible” de la invasión israelí, añadidos a los 383 muertos registrados por el fuego israelí durante más de dos meses de tregua, en los que el ejército ha reducido la intensidad de los ataques pero mantiene bombardeos y disparos diarios. El 29 de octubre, tras la muerte de un soldado israelí en una emboscada de Hamas, se lanzó una oleada de bombardeos que cobró 104 vidas, entre ellas 46 niños y 20 mujeres, antes de que el presidente Netanyahu anunciara la reactivación del alto el fuego.

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