Una marea de escombros del siglo XIX inunda la playa donostiarra de Ondarreta
Las piedras continúan siendo un incómodo y no deseado invitado para los bañistas de la playa de Ondarreta, en San Sebastián. Durante las dos últimas décadas el arenal ha quedado cubierto por una gruesa capa de gravas, cantos rodados y escombros que ocultan la fina arena original.
El Ayuntamiento, como en años anteriores, volverá a intervenir el lunes 25 de agosto, aprovechando la marea viva y la bajamar prevista a la 1:04 h, para retirar la mayor cantidad posible de material acumulado sin interferir con la actividad playera, según ha indicado el concejal de Mantenimiento y Servicios Urbanos, Carlos García.
Operación de limpieza programada
El plan contempla el uso de una retroexcavadora, una máquina despregadora y tres camiones que trabajarán durante aproximadamente seis horas ininterrumpidas (las tres horas anteriores y posteriores a la bajamar). Las máquinas cavarán hasta 40 cm de profundidad para extraer las gravas más molestas, que serán transportadas a la planta de gestión de residuos Ekotre, en Astigarraga.
Datos técnicos y cuantitativos
- Longitud de la playa: 600 m.
- Superficie: 60 000 m².
- Volumen total acumulado de gravas y piedras: 14 600 m³.
- Más del 90 % del material proviene de escombros de construcciones demolidas.
- Retiro previo (últimos años): 10 000 m³.
- Objetivo de la presente intervención: eliminar los escombros visibles y los más profundos que aún aparecen con la marea.
Los estudios recientes realizados por la sociedad oceanográfica AZTI y la Sociedad de Ciencias Aranzi concluyen que la mayor parte de los escombros son restos de un antiguo campo militar construido en la playa en 1873 y de la cárcel de Ondarreta, desmantelada a mediados del siglo XX. Estos materiales, de origen antrópico, se desplazan con la acción de las mareas, apareciendo de forma cíclica, sobre todo en los meses de verano, y provocan incomodidad, lesiones y un deterioro del atractivo turístico.
El informe de Aranzi, dirigido por el biólogo Jon Etxezarreta, indica que las piedras, cantos rodados y lajas de caliza no forman parte del sustrato natural de la playa, sino que son fragmentos de construcciones que ya desaparecieron del paisaje donostiarra.
“Llevamos años eliminando las piedras de las capas más superficiales, pero aún persisten los escombros más profundos que son difíciles de extraer”, explicó el concejal García. “Nuestro objetivo es retirar la mayor cantidad posible, especialmente en los días de marea viva, y compensar el volumen extraído con arena, tal y como exige el Ministerio de Medio Ambiente”.
Según la normativa vigente, por cada metro cúbico de piedra retirado se debe aportar un metro y medio cúbico de arena de reposición, garantizando que la playa mantenga su equilibrio entre extracción y reposición.
Rosario, 59 años, residente del barrio del Antiguo y frecuente visitante de la zona, manifestó su malestar: “Darse un baño debería ser un placer, pero aquí es un suplicio. La cantidad de piedras nos obliga a concentrarnos en la zona del Pico del Loro, donde la arena está limpia”.
La intervención no se limita a este lunes; se repetirá la noche siguiente y también en la madrugada del 8 al 9 de septiembre, siempre aprovechando las mareas vivas para facilitar la extracción.
En ocasiones anteriores, como en 2017, la operación logró extraer 182 toneladas de piedras y devolver 132 toneladas de arena recuperada al arenal. El Ministerio de Medio Ambiente autorizó la acción bajo la condición de compensar el volumen retirado con arena, con un coeficiente de sobrellenado de 1,5.
El geólogo Asier Hilario, director científico del Geoparque de la Costa Vasca, destacó la naturaleza dinámica de las playas: “Son depósitos de arena que responden a un delicado equilibrio de procesos naturales y geológicos. Cuando ese equilibrio se altera, la estabilidad de la playa puede verse comprometida”.
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