La sincera opinión de Russell Crowe sobre Gladiator II: Un desafortunado ejemplo de que hubo quien no entendió por qué funcionó la primera película

Un año después del estreno de Gladiador II, el actor Russell Crowe (Nueva Zelanda, 61 años) ha expresado por fin su opinión sobre la secuela que pretende continuar la historia que consagró su carrera. A diferencia de la película original dirigida por Ridley Scott en el año 2000, Crowe no participó en la nueva entrega, ni siquiera grabó una sola escena, y ha explicado los motivos de su ausencia.

En una entrevista concedida a la emisora australiana Triple J, el actor comentó que no estaba de acuerdo con la premisa de la secuela. “Creo que la reciente secuela, que no vamos a nombrar en exceso, es un desafortunado ejemplo de que, incluso dentro del equipo de producción, hubo quien no comprendió lo que hizo especial a la primera película. No fueron la pompa, ni las circunstancias, ni la acción. Fue la esencia moral”, afirmó Crowe.

El actor también defendió el carácter del general Máximo Décimo Meridio, por el que obtuvo el Oscar al mejor actor. “En el set de la primera película había una lucha diaria por proteger esa esencia moral del personaje. Cada vez que alguien sugería una escena de sexo o algo similar para Máximo, era como si le estuvieran quitando su poder. No tiene sentido que, mientras buscaba vengar la muerte de su esposa, se le añadieran esas insinuaciones”, explicó.

Crítica de la prensa y próximos proyectos de Crowe

El crítico de El País, Carlos Boyero, ya había señalado en noviembre de 2024 que la nueva entrega carece de fuerza y honor, calificando el guion de “disparatado, involuntariamente cómico y predecible”. Además, la producción no comparte guionistas con la película original y no ha alcanzado el mismo éxito de taquilla.

Mientras tanto, Crowe estrenó en noviembre una nueva película histórica titulada Núremberg, donde interpreta a Hermann Göring, el máximo dirigente del Tercer Reich capturado al final de la Segunda Guerra Mundial. La cinta aborda el juicio a la cúpula nazi desde la perspectiva del psiquiatra Douglas Kelley, encargado de evaluar la salud mental de los acusados antes de su comparecencia ante el tribunal.

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