La gran maestra del cuento español vuelve para enfrentarse a lo desconocido: repasamos libro a libro una trayectoria impecable

Conocida como la maestra viva del cuento en España, Cristina Fernández Cubas sigue consolidando su legado con una prosa que combina tradición y originalidad. Sus relatos, impregnados de influencias tan evidentes como Henry James, Julio Cortázar o, sobre todo, Edgar Allan Poe, revelan una capacidad única para actualizar esas referencias clásicas y crear historias plenamente contemporáneas.

Desde su debut en 1980 con Mi hermana Elba, Fernández Cubas demostró un virtuosismo narrativo que anticipó los temas que revisitaría a lo largo de su carrera: la infancia, los dobles, la hermana ausente y los espacios extraños. Tres años después, Los altillos de Brumal reforzó esa línea, ofreciendo un universo donde la deuda con Poe y Bram Stoker se vuelve palpable, y donde la atmósfera recuerda, sin ser una copia, a la película Canino de Yorgos Lanthimos.

En 1985 llegó El año de Gracia, la única novela de la autora, un viaje alucinante que combina una ambientación decimonónica con una visión ecológica y pacifista sorprendentemente actual. El libro muestra cómo la escritora logra, con tan solo un rebaño de ovejas, provocar miedo y reflexión al mismo tiempo.

El título de 1990, El ángulo del horror, sintetiza la esencia de su obra: misterios cotidianos que se deslizan entre lo real y lo mágico. Destacan relatos como “Helicón”, donde emerge un humor sutil, y “El lego del abuelo”, una mirada cruel a la fatalidad familiar.

Con Con Agatha en Estambul (1994), la autora experimentó con la disolución de la realidad en un juego imaginativo y perverso. El cuento “Mundo”, sobre una joven que ingresa a un monasterio, se ha convertido en uno de sus favoritos entre los lectores, mientras que “Ausencia” practica la autoficción con una ironía mordaz.

En 1995 publicó su segunda novela, El columpio, cuya prosa sugestiva y atmósfera viciosa la convierten en una pieza clave, aunque poco disponible en la actualidad, salvo por una edición de la editorial Firmamento.

La incursión teatral llegó en 1998 con Hermanas de sangre, una pieza ligera que recrea, en tono de “Asesinato en el Orient Express”, los destinos de siete amigas de la clase media.

El libro de relatos Cosas que ya no existen (2001, Lumen) es considerado por muchos como la obra de referencia del siglo XXI de Fernández Cubas. Allí se clarifican los recursos habituales de su estilo: monjas, escenarios internacionales, la biblioteca paterna y la tradición oral como fuentes de “puntos oscuros”.

Ese mismo año, la autora participó en la colección Emilia Pardo Bazán (Omega), ofreciendo un texto breve pero ingenioso que rinde homenaje a la gran escritora sin desfigurarl.

En 2006, el volumen Parientes pobres del diablo introdujo una categoría propia que describe a personas brillantes que viven bajo la sombra de una constante insatisfacción y fingimiento, una tipología que, según la autora, aún no ha sido reconocida por la psicología tradicional.

La publicación de Todos los cuentos en 2008 reunió su producción en un solo tomo, con un prólogo de Fernando Valls y un experimento narrativo que continúa el cuento inconcluso de Poe, “El faro”, combinando referencias a Lovecraft, Bram Stoker y Mark Z. Danielewski.

Dos relatos breves, “El vendedor de sombras” y “El viaje”, aparecieron en 2009 bajo la editorial Alfabia. “El viaje” narra la travesía de una abadessa de clausura que, después de treinta años, observa su monasterio desde el ático de una finca, ofreciendo una reflexión sobre los viajes internos y externos.

Lo que no se ve: la nueva colección (2025)

Después de una década de silencio, en 2025 Fernández Cubas vuelve a la escena literaria con Lo que no se ve, un libro que sintetiza su estilo y, al mismo tiempo, introduce un matiz renovado. Los relatos son más breves, pero conservan la atmósfera elegante, los espacios imposibles y el humor perverso que la caracterizan.

El libro abre con “Tú Joan, yo Bette”, una alusión cinéfila a ¿Qué fue de Baby Jane? que desencadena un juego de espejos donde la ficción imita a la ficción. A continuación, “De qué se habla en las fiestas” evoca, con resonancia, a Mi hermana Elba, mostrando cómo un solo cambio en la rutina escolar puede desatar un desenlace terrible.

“Momonio” lleva al lector a una visita terrorífica a personajes universitarios en la Barcelona de los setenta, mientras que “La hermana china” vuelve a explorar la imposibilidad de escapar del destino familiar. “Il Buco” relata la crisis matrimonial durante un viaje a Italia, combinando terror y humor de forma magistral.

El relato final, “Candela viva”, se siente tan reciente que su alusión a una ola de calor lo sitúa en el presente inmediato. La narración se convierte en un testimonio susurrado al oído, creando una presencia que perdura más allá de la última frase.

En conjunto, Lo que no se ve confirma que la maestra del cuento sigue siendo una voz imprescindible en la literatura española, capaz de renovar su prosa sin perder la esencia que la ha convertido en una referente indiscutible del género.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Subir