Ascanio Cavallo y Antonio Martínez: Quisimos tomarle el pelo a eso de que la película del mes pasado ya es vieja

En la era del streaming, donde los estrenos se suceden sin pausa, cualquier película que tenga ya unos años parece una reliquia. No es de extrañar que, en 2025, los críticos de cine Ascanio Cavallo (Santiago, 68 años) y Antonio Martínez (Viña del Mar, 72 años) celebren su cuarto libro conjunto, 50 películas viejas, treinta años después de su primera obra, Cien claves del cine, publicada con motivo del centenario del séptimo arte.

Los autores explican en la introducción que el adjetivo “vieja” se ha vuelto tan amplio que, hoy en día, prácticamente cualquier filme puede calificarse de esa manera. “Todas son viejas ahora, con la proliferación de contenidos digitales y la confusión de formatos”, afirman. Por eso, con humor, deciden “tomarle el pelo a esa idea” y presentar una selección de cintas que, aunque no siempre reconocidas, siguen siendo dignas de estudio.

Una selección basada en la memoria del cine

El libro recopila 50 películas de los 250 títulos que Cavallo y Martínez analizaron entre 2000 y 2025, siempre bajo la excusa de un aniversario. A diferencia de Cien claves, donde combinaban su gusto personal con el canon crítico, esta vez proponen “cincuenta buenas películas, muchas ignoradas u olvidadas, algunas poco conocidas y solo unas pocas de gran prestigio”.

Entre los elegidos aparecen obras como Mecánica nacional (México, 1972), el western Conciencias muertas (1942) –favorito de Clint Eastwood–, El tiempo de los asesinos (1956) del injustamente subestimado Julien Duvivier, y La casa en que vivimos (1970) de Patricio Kaulen, la única cinta chilena incluida.

Durante la presentación del libro, celebrada en el bar Liguria de Santiago, el crítico del suplemento Wikén de El Mercurio describió su criterio de valoración como “lo entrañable, en el sentido de lo íntimo”, mientras el columnista político de La Tercera recordó que la pasión cinéfila se forma en la adolescencia. El público, reunido en un patio interior, respondió con una ovación.

Los dos críticos rememoran su encuentro en 1981, cuando Antonio Martínez trabajaba en la revista Hoy y Ascanio Cavallo, entonces reportero político, descubrió una caja de “entrevistas inusuales a gente de cine” que despertó su interés. A partir de allí nació una amistad basada en la militancia cinéfila y en la colaboración periodística.

En 1985, tras la salida del crítico Mariano Silva de Hoy, ambos solicitaron a la directora de la revista, Carmen Ortúzar, la oportunidad de asumir la sección de cine. Emilio Filippi, director del medio, aceptó sin cambiar el salario, pero les brindó la posibilidad de asistir a funciones de prensa y microcines, una experiencia que describen como “impagable”. Un distribuidor local, al verlos juntos, bromeó: “¡Chis! Ahora se necesitan dos para entender una película”.

Este humor y camaradería siguen marcando su estilo crítico. Martínez afirma: “Yo al menos lo incorporo al estilo. La crítica de cine es un género periodístico que hay que cultivar, porque si no, se extingue”. Cavallo, por su parte, advierte que la crítica no debe tomarse demasiado en serio: “Se necesita una dosis de distancia”. Ambos coinciden en que la oferta actual es tan diversa y fragmentada que, aunque resulte más difícil de acotar, la pasión por el cine sigue vigente.

En medio de la transformación de los hábitos de consumo—donde muchas personas prefieren series a películas—los críticos insisten en la necesidad de “hablar directamente con los militantes” y de mantener viva la “primera línea” de la cinefilia. Para Martínez, la experiencia de ver The End en la pantalla representa “una cierta militancia, quizá una religiosidad, que nos obliga a sentir y creer en algo eterno”.

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