Un pollo asado a 6,86 euros: el plato estrella de Le Bar Fleuri, un bistró parisino que genera colas en la calle
En el corazón de la zona de Buttes‑Chaumont, a la sombra del parque que lleva su nombre, se conserva uno de los últimos bistrós auténticos de París: Le Bar Fleuri. Con su fachada envejecida, un toldo de lona raído y un cartel amarillo escrito a mano que anuncia “Pollo de corral asado con patatas fritas caseras, 6,86 €”, el local parece sacado de otra época.

El precio del plato estrella es la misma cifra que se mantenía cuando Martial Moro y su hermana Joëlle adquirieron el establecimiento hace más de 23 años. En aquel entonces la carta, dirigida por una señora de la zona, ofrecía una veintena de platos sencillos: muslo de pollo asado en su jugo, arenques con patatas cocidas, paté de campaña o andouillette. “No cambiamos nada de la carta porque el bistró funcionaba muy bien. ¿Para qué alterar una fórmula que triunfa?”, recuerda Moro.
Un negocio basado en volumen y tradición
Hoy Le Bar Fleuri sirve alrededor de 200 comensales al día, la mayoría atraídos por el famoso cuisse de poulet, un contramuslo asado con salsa acompañado de abundantes patatas fritas caseras. La popularidad del plato ha convertido al local en punto de referencia tanto para vecinos como para turistas que buscan alejarse de los circuitos habituales. En ocasiones la cola se extiende más allá de la puerta, y los clientes envían fotos del alboroto al propio propietario, quien no dispone de tiempo para tomarlas.
El establecimiento se enmarca dentro de la categoría francesa de “boui‑boui”: restaurantes familiares, modestos y algo descuidados, donde la comida casera y abundante se combina con precios muy asequibles. A diferencia de los bouillons, que han recuperado popularidad en los últimos años, la decoración del Bar Fleuri es sencilla, con mesas largas y compartidas que invitan a la conversación entre desconocidos.
“Cuando llegamos, la señora no había actualizado el precio, que antes del euro era de 45 francos. Un bocadillo en la calle cuesta 7 €, aquí ofrecemos un buen pollo de Normandía, criado al aire libre, por 6,86 €”, explica Moro. Los bajos precios del pollo y las patatas atraen a cientos de clientes, mientras que entrantes (alrededor de 5 €), postres (7,50 € por una porción generosa de tarta) y otras especialidades principales como la bavette de ternera o la andouillette rondan los 16 €.
Los habituales del bar, como Hervé Ciou, de 65 años, elogian la relación calidad‑precio: “Venimos por el pollo, sobre todo cuando hace frío. No hay plato que le haga sombra. Las patatas son excelentes, el ambiente es acogedor y los dueños son muy simpáticos. ¡Viva el Bar Fleuri!”
Para jóvenes como Jérémy Thiebaud y Thomas Peyre, que habían escuchado del local durante años, la visita confirma la reputación: “Es una cocina tradicional en un ambiente un tanto kitsch, pero es raro encontrar un sitio tan auténtico”. Los azulejos descoloridos, los manteles de papel rojo y blanco y el servicio rápido (aproximadamente cinco minutos) refuerzan la experiencia nostálgica.
La clave de la supervivencia del negocio, según Moro, radica en el volumen de ventas: “Durante la semana servimos una media de 200 platos y los fines de semana aún más. Desde que nos descubrimos en redes sociales, la afluencia se ha disparado. Podríamos ampliar el horario de cenas, pero por ahora preferimos mantenernos como están”. El local abre sus puertas desde las 6:30 a.m. (desayunos) hasta las 20:00 h. los sábados (cenas).
Más allá de la rentabilidad, Moro destaca la misión social del Bar Fleuri: “Una familia con dos hijos puede gastar 150 € en un restaurante de moda, mientras aquí pueden cenar por 15 € con entrante y plato sencillo. Queremos que la comida sea accesible para todos”. Cuando llegue el momento de jubilarse, espera que quien le suceda comparta la misma visión.
Incluso en la tarde, cuando quedan apenas treinta minutos para el cierre de la cocina, la clientela no cesa. Moro, mientras revisa el periódico, comenta la organización de un cabaret improvisado antes del cierre, que resultó ser un éxito. “Este barrio necesita lugares como el nuestro, un punto de referencia donde la gente se sienta bienvenida y pueda disfrutar de una comida caliente sin gastar una fortuna”, concluye el propietario.

Deja una respuesta