Por el barrio de Las Salesas, el nuevo punto de encuentro cool de Madrid

Al salir del portal de la calle me encontré con un rodaje: camiones de producción, focos de gran tamaño y una cámara sobre una grúa que filmaba una escena dentro de uno de los restaurantes del barrio. Lo que en otros distritos de Madrid sería un acontecimiento extraordinario, en Las Salesas se ha convertido en algo tan habitual como la inauguración de una nueva cafetería de especialidad. Este es el coste de vivir en la zona más elegante de la capital, aunque el precio real de la vivienda sea otro asunto que preferimos no abordar.

Hasta hace poco el sector no tenía nombre propio —formaba parte del distrito de Justicia— y ahora aparece en publicaciones internacionales como Petit Paris y se ha convertido en una parada obligatoria para foodies y viajeros exigentes. Los anglicismos se han impregnado del habla local, y en Las Salesas el inglés convive con acentos venezolanos, mexicanos “fresa” y el característico tono madrileño, creando una imagen de “gente bien 2.0”.

Nuevas propuestas gastronómicas y culturales

La mejor forma de contemplar el barrio, que se extiende entre el Paseo de Recoletos y Chueca, es desde una de sus terrazas más emblemáticas. En la azotea del Club Financiero de Génova, situado en el edificio Colón, se disfruta de una vista de 360 grados que abarca el Tribunal Supremo, la iglesia de Santa Bárbara, la Plaza de la Villa de París y los edificios donde residen personalidades como Rafa Nal y Marta Ortega. La terraza, que requiere chaqueta y credencial de socio, ofrece al atardecer una puesta de sol sobre la capital que resulta espectacular.

En la Plaza de la Villa de París, a escasa distancia de un espacio donde algunos franceses juegan a la petanca, se encuentra el discreto Le Café de l’Institut français, con un jardín íntimo y un menú del día alejado del bullicio. Continuando por las calles flanqueadas por fachadas decimonónicas, llega la plaza que da nombre al barrio. Allí, la escena de la película «Las Salesas» (con Ricardo Darín y Javier Cámara) se remonta a un pub irlandés que, hoy, ha sido reemplazado por Los 33, un restaurante de carnes, bar de cócteles y vinos cuya demanda supera la oferta y cuyos vinilos, cócteles de autor y parrillas son el centro de atención.

Desde Los 33 parte la calle de Santo Tomé, una vía que alberga una cadena de locales que combinan minimalismo y maximalismo: el cocktail bar japonés Masaru, el Ficus Bar, el speakeasy Jack’s Library (disfrazado de florería Bonsái) y la concept store PlayBack, que oculta un karaoke privado. James Tweed, café‑tienda de antigüedades, completa la oferta, dirigido por el escocés Murray Lemmon, quien también es propietario de los locales antes citados y ha impulsado la llegada del Centro Flamenco de Madrid, un tablao que ofrece auténtico flamenco sin la masificación turística.

Entre los establecimientos de moda destacan Persimmons, donde se sirven cócteles de autor acompañados de platos georgianos; la parrilla uruguaya Charrúa, centrada en la carne; y Llama Inn, un espacio de Brooklyn que combina cócteles con una propuesta fusión peruana y ceviche.

A pesar del auge de estos locales “cool”, el barrio mantiene viva su tradición gastronómica. Tabernas como Barrutia y el 9 siguen ofreciendo chipirones en tinta; La Tasca Suprema sirve migas y pisto en parmentier; y el Nuevo Horno de Santa Teresa mantiene su cocido de tres vuelcos. La churrería tradicional Santa Teresa, que convive con las cafeterías de especialidad, sigue despachando churros y chocolate como lo ha hecho durante décadas. En el sector de la repostería, La Duquesita sigue siendo el punto de referencia para las palmeras de chocolate, mientras que Aux Merveilleux de Fred, la pastelería belga, atrae con croissants y cramiques recién horneados.

El barrio también se ha convertido en un referente de compras y estilo de vida. El complejo Lamarca, una antigua fábrica reconvertida en centro fitness, combina ropa deportiva, yoga, boxeo y wellness con opciones de comida saludable. A su alrededor, tiendas como Síclo atraen a un público joven que entrena mientras disfruta de matcha latte y tostadas de aguacate. En el ámbito de la belleza, marcas como Aesop y la perfumería boutique Le Labo añaden fragancias a la zona, mientras la floristería Margarita Se Llama Mi Amor y el atelier de abanicos de Olivier Bernoux ofrecen detalles artesanales que han conquistado a celebridades como Rosalía y Beyoncé.

Las Salesas también ha recibido visitas de figuras internacionales. Durante el rodaje de Pedro Almodóvar, Julianne Moore y Tilda Swinton se alojaron en el hotel cinco estrellas Urso, recorrieron las calles y descubrieron la cerámica de La Oficial, los diseños de Talavera de Toni Torrecillas y la librería Amapolas de Laura Riñón. La galería Justiniano, con cinco espacios a lo largo de la calle, permite transitar del arte medieval de la Galería Gonzalo Eguiguren al vanguardismo de la Galería Estampa.

El mercado callejero del barrio ha evolucionado de un pequeño mercadillo en Campoamor a un evento de mayor envergadura llamado The Festival, que ocupa la calle Orellana y parte de la Plaza de Santa Bárbara. Allí se venden ropa, accesorios y obras de arte bajo la sombra de un edificio histórico en restauración. Cuando el proyecto se convierta en el nuevo Soho House, el barrio alcanzará un nivel aún más exclusivo.

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