Un matí a la cua de La Bruixa dOr

Era una mañana de ocho de un miércoles a mediados de agosto cuando, entre los ventanales y las sillas de playa, alrededor de cincuenta personas aguardaban la apertura de la sede de la lotería La Bruixa d’Or, considerada por muchos la “Tierra Prometida” de los juegos de azar en España.

La concurrencia no se debía a un simple décimo; la sucursal más famosa del país había coincidido con el verano, y la expectativa se volvió una verdadera fiebre colectiva. Los asistentes, entre risas y selfies, mostraban una mezcla de esperanza y escepticismo: “¿Cómo pueden sonreír si con el precio de los pisos el premio ni siquiera cubre la mitad?” preguntaban algunos, mientras otros ya soñaban con la riqueza repentina.

El ritual de la lotería y la apuesta personal

Una joven, que decidió aislarse en una casa de los Pirineos sin acceso a internet para evitar distracciones, describió cómo, tras observar la larga fila de compradores, comenzó a imaginarse una vida diferente. “Si me convirtiera en la ganadora, podría independizarme y vivir tranquila”, pensó, y elaboró una lista de los números que le llamaban la atención, basándose en su propia lógica numerológica.

Al llegar a la taquilla, le informaron que los números impresos de la serie que buscaba ya estaban agotados, pero que podía adquirir la versión digital. Rechazó esa opción y optó por otro número que pudiera conservar en papel, como si fuera una “piedra filosofal”.

Mientras recogía los medicamentos que su abuela le había pedido, la autora del relato reflexionó sobre la absurdidad del dinero y recordó a autores como Martin Amis, Rosario Bléfari y Bertolt Brecht, cuyas obras también criticaban la obsesión con la riqueza. Aun sin la certeza de ganar, la ilusión de mejorar su situación le mantenía motivada.

En el interior del local, una gran placa dorada recordaba el Récord Guinness de 2013, cuando miles de personas se disfrazaron de brujas para convocar la suerte monetaria. Parejas, familias y activistas se mezclaban, creando un panorama colorido y heterogéneo que reflejaba la diversidad de la sociedad española.

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