Los paramilitares de Sudán asedian El Fasher mientras la población muere de hambre 

El asedio de El Fasher, capital de Darfur del Norte, se ha convertido en uno de los episodios más críticos y visibles del conflicto que arrasa Sudán desde hace más de dos años. Desde el inicio de la guerra entre las fuerzas regulares del ejército y las milicias paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), la ciudad ha permanecido bajo presión constante, pero a partir de agosto los ataques se intensificaron, poniendo en riesgo a una población estimada en 260 000 habitantes, entre los que se encuentran numerosos niños atrapados en el epicentro del conflicto.

El Programa Mundial de Alimentos (PMA) ha alertado sobre un riesgo inminente de hambruna y ha exigido a las FAR que permitan la entrada de ayuda humanitaria, tras más de un año de bloqueos que han aislado a la ciudad de cualquier apoyo externo.

Situación humanitaria y nutricional

El campo de desplazados de Abu Shuk, situado al noroeste de El Fasher, es uno de los más castigados por los bombardeos de los paramilitares. Las últimas incursiones han dejado la zona norte del campamento prácticamente desierta, mientras que los residentes que lograron huir se encaminan hacia la localidad de Tawila, a unos 60 kilómetros de distancia. Según un testigo anónimo de la unidad de respuesta de emergencia de Abu Shuk, “muchas personas han sido detenidas, otras asesinadas o desaparecidas”.

En julio de 2024, un comité internacional de expertos declaró que los campos de desplazados alrededor de la ciudad estaban en situación de hambruna. Desde entonces, se registran decenas de muertes semanales por falta de alimentos. Un activista local manifestó que “en los últimos meses no hay nada que comer”.

Una evaluación realizada en marzo por varias ONG y agencias gubernamentales sudanesas reveló que el 38 % de los niños menores de cinco años en El Fasher sufrían desnutrición aguda, una cifra que supera con creces el 20 % registrado en la ciudad de Gaza en julio, según estimaciones de la ONU.

Los habitantes dependen mayormente de transferencias de dinero a través de la aplicación local Bankak, enviadas por familiares y organizaciones internacionales. Sin embargo, el acceso a internet, controlado en gran medida por las FAR, se ha vuelto cada vez más precario y las comisiones por estas transacciones pueden alcanzar hasta el 50 %.

Las FAR han bloqueado sistemáticamente el envío de ayuda y rechazado recientemente una propuesta de tregua humanitaria. En los últimos tres meses se han registrado al menos dos ataques contra convoyes humanitarios en el norte de la ciudad.

La escasez de alimentos ha provocado un aumento desorbitado de los precios. Según una lista de precios obtenida a principios de septiembre, un saco de cereales alcanza los 2 500 euros, el maíz 2 300 euros, el azúcar 2 000 euros y una sola pastilla de jabón supera los 16 euros. Los productos de contrabando, como los cereales y el azúcar, llegan a precios “inimaginables”. Ante esta situación, la población vulnerable se ve obligada a consumir “ambaz”, una mezcla vegetal tradicionalmente usada como alimento para ganado.

La falta de alimentos y agua potable está alimentando un brote de cólera. Las FAR, según autoridades sudanesas, han destruido 35 centros médicos en El Fasher, lo que complica enormemente la respuesta sanitaria. Hasta la fecha se han registrado miles de casos sospechosos y alrededor de 100 muertes en la región de Darfur.

Desde mayo, las FAR construyeron más de 30 kilómetros de muros de tierra en forma de semicírculo alrededor de la ciudad, y continúan ampliando estas barreras. Un análisis de imágenes satelitales del Humanitarian Research Lab (HRL) de la Universidad de Yale describió el cerco como “un auténtico muro mortal”. El estudio advierte que, en caso de un éxodo masivo, los paramilitares podrían “matar fácilmente a civiles” y que continúan limitando la salida mediante acoso, robos, secuestros y ejecuciones extrajudiciales.

El HRL también constató que los combatientes paramilitares han bloqueado las rutas tradicionales hacia localidades cercanas como Kutum, Mellit y Tawila, convirtiendo cualquier intento de fuga en una empresa extremadamente costosa y peligrosa.

Sadam Abkar Safi, un sudanés de 31 años que logró escapar recientemente y ahora se encuentra en el campo de refugiados de Kariyari, explicó que pagó 700 000 libras (aproximadamente 300 euros) por su salida, y añadió que “el precio ha subido drásticamente”.

El Fasher es la única capital de los cinco estados que conforman la vasta región de Darfur que aún no ha sido ocupada por las FAR a finales de 2023. Desde mayo de 2024, la ciudad lleva más de 500 días bajo asedio, un proceso que se ha intensificado con el objetivo de doblegarla. Ning otra gran urbe sudanesa ha mantenido una resistencia comparable durante el conflicto.

La tenacidad de los defensores de El Fasher se explica, en parte, por su papel de último gran refugio para cientos de miles de desplazados de etnias no árabes, víctimas de violencia étnica perpetrada durante más de dos décadas por milicias de mayoría árabe que ahora forman parte de las FAR. Aunque el ejército regular mantiene una división en la ciudad, la defensa recae principalmente en milicias locales y grupos de resistencia popular.

Desde abril, tras la recuperación de Jartum por parte del ejército y la ofensiva que recuperó el centro de Sudán, las FAR han intensificado su asalto a El Fasher en un nuevo intento de controlar todo Darfur y dividir el país. En los ataques de agosto, desplegaron cientos de vehículos de combate, armas pesadas, drones y artillería de largo alcance contra la retaguardia de las fuerzas defensoras y zonas residenciales. El ejército acusa a las FAR de contar con mercenarios de varios países, incluido Colombia.

Hasta ahora, las fuerzas defensoras han logrado repeler todos los asaltos, pero el dominio aéreo de los paramilitares dificulta el reabastecimiento del ejército. En los últimos días, las FAR afirman avanzar lentamente, mientras el ejército sigue sin ceder.

El recrudecimiento del asedio ha ido acompañado de nuevas masacres. El 11 de agosto, la unidad de respuesta de emergencia de El Fasher informó que las FAR mataron a más de 40 personas, algunas ejecutadas en sus hogares, en una incursión en Abu Shuk. La Oficina de la ONU para los Derechos Humanos confirmó que, entre el 11 y el 20 de agosto, al menos 89 civiles fueron asesinados, 16 de ellos en ejecuciones sumarias, entre los que se encontraban miembros de las tribus Zaghawa y Berti. Grupos locales también han denunciado saqueos, expulsiones y secuestros.

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