Desembarco de Alhucemas: cuando éramos el enemigo
La propuesta del partido Vox de instaurar una conmemoración oficial del desembarco de Alhucemas, la ofensiva militar de 1925 que puso fin a la resistencia rifense liderada por Abdelkrim, ha reavivado un intenso debate sobre la memoria histórica de la guerra del Rif y la utilización de los hechos bélicos con fines ideológicos.
La polémica sobre la conmemoración del desembarco de Alhucemas
El desembarco de Alhucemas, celebrado por el régimen español como la victoria que puso fin al desastre de Annual, ha sido reivindicado por Vox como un acto patriótico que debe ser recordado en los actos oficiales. Esta iniciativa ha sido calificada por historiadores y sectores de la sociedad civil como una forma de revisionismo que pretende borrar el contexto de una guerra colonial marcada por la represión, la explotación y el uso de armas químicas contra la población civil.
Elementos clave del revisionismo de extrema derecha
- Comparaciones ofensivas entre la operación del Rif y el desembarco de Normandía, que buscan legitimar una visión belicista y glorificar la campaña militar española.
- Omision de los muertos rifenses y de los opositores al proyecto colonial, reduciendo la guerra a una “pacificación” sin reconocer la resistencia indígena.
- Desconstrucción de la narrativa crítica de historiadores democráticos como Rosa María de Mariaga, Eloy Martín Corrales y otros, cuya obra ha sido marginada en el discurso oficial propuesto por Vox.
- Exaltación de la figura del “moro” como enemigo anárquico y salvaje, reforzando estereotipos xenófobos que alimentan la morofobia contemporánea.
El discurso de Vox se inserta en una tradición de instrumentalización de la historia que, según diversos expertos, favorece a sectores del antiguo ejército predemocrático, conocido por sus elevados índices de corrupción y por actuar en beneficio de intereses particulares más que del bien común español.
La guerra del Rif (1920‑1927) no solo implicó combates convencionales; también estuvo marcada por el uso sistemático de armas químicas —mostaza, cloropicrina, fosgeno e iperita— contra poblaciones civiles, como en el caso del bombardeo de Tanut n’Arruman. Diversas organizaciones han señalado que estos ataques podrían estar vinculados al elevado número de casos de cáncer en la región, aunque la evidencia científica sigue siendo difícil de confirmar.
En el plano personal, la ausencia de archivos oficiales y la escasez de fuentes escritas obligan a muchos descendientes de los rifenses a basarse en la memoria oral para reconstruir su historia. Testimonios familiares revelan que, pese a la falta de documentación, la tradición oral ha preservado relatos sobre la presencia de Abdelkrim en la zona de Tanut n’Arruman, donde se dice que el líder de la resistencia se reunió con sus “tribunales” y organizó la lucha contra la ocupación española.
Esta falta de registros escritos contrasta con la narrativa oficial que, a través de la conmemoración propuesta por Vox, tiende a invisibilizar la dimensión humana del conflicto y a presentar la campaña como una simple hazaña militar. La ausencia de documentos y la dependencia de testimonios orales subrayan la necesidad de un enfoque historiográfico inclusivo que reconozca tanto la violencia colonial como la resistencia indígena.
El debate actual evidencia cómo la manipulación de la memoria histórica puede servir a intereses políticos contemporáneos, especialmente cuando se trata de revivir símbolos y celebraciones que fueron, en su momento, instrumentos de legitimación de la conquista y la opresión.
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