Galerías Punta Begoña: la recuperación de un icono del veraneo de la burguesía vasca
Desde la fachada norte de las galerías Punta Begoña, en Getxo, el rugido del mar se oye con fuerza. Ese sonido, que ha acompañado al enclave durante siglos, es parte del privilegio de la costa de Bizkaia: un punto estratégico expuesto a lluvias y vientos, situado en los imponentes acantilados que marcan la desembocadura de la ría de Bilbao, dominando la bahía del Abra y el tráfico marítimo que llega desde alta mar.
El Ayuntamiento de Getxo, con 76.155 habitantes, lleva cuatro años impulsando un ambicioso proyecto de restauración que aspira a rehabilitar este conjunto arquitectónico, testimonio del esplendor económico de la burguesía industrial de principios del siglo XX. El área, de gran valor geológico y arqueológico, conserva restos de su uso como fuerte de batería que defendía el acceso a Bilbao en el siglo XVII. El objetivo es transformar las galerías en el eje de las actividades culturales y cívicas del municipio, permitiendo la realización de eventos musicales, formativos y de cualquier otra índole mientras, en paralelo, se ejecutan los trabajos de restauración, cuya finalización está prevista para 2032.
Historia y origen de las galerías
Las galerías fueron construidas en 1921 por encargo del empresario bilbaíno Horacio Echevarrieta, máximo exponente de la oligarquía industrial vasca, diputado republicano‑socialista en las Cortes y fundador de compañías como Iberia, Iberduero o CEMEX. Como muchos de sus contemporáneos, Echevarrieta poseía un palacete en Getxo, localidad que tradicionalmente ha albergado las veraneas de la burguesía industrial de la provincia. Las autoridades locales le exigieron solucionar los constantes desprendimientos de rocas que caían desde su villa hacia el paseo de la playa de Ereaga, obstaculizando a peatones y al tranvía.
Para ello, decidió erigir un muro de contención en el acantilado, pero lo hizo a su manera. Convocó al arquitecto Ricardo Bastida, entonces uno de los profesionales más innovadores de Europa y los Estados Unidos, quien acababa de concluir la Alhóndiga de Bilbao empleando hormigón armado, una técnica pionera en España. Las galerías se convirtieron en un monumento vanguardista que Echevarrieta destinó al uso familiar, ampliando los jardines del palacete, y al gran salón sobre el mar, donde recibía a autoridades y empresarios.
La Guerra Civil truncó su esplendor: el magnate cedió la propiedad al ejército republicano para instalar un hospital militar y los vecinos de Getxo utilizaron los huecos entre las galerías y el acantilado como refugio contra los bombardeos. Tras la caída de Bilbao, las tropas italianas establecieron su cuartel general en Punta Begoña, donde se negociaron los acuerdos de Santoña. Echevarrieta fue juzgado por un consejo de guerra; las galerías quedaron bajo el control fascista y, después de la venta de los terrenos en 1976, se fueron deteriorando, convirtiéndose en un escenario de juegos y pintas de protesta para los jóvenes del municipio.
Actualmente, el Ayuntamiento organiza visitas guiadas tres días a la semana para dar a conocer este emblemático enclave, cuya silueta es conocida por muchos vecinos pero que, hasta hace poco, permanecía en el olvido tras décadas de abandono. Los cimientos de las galerías están incrustados en los estratos de flysch costero, una formación geológica que se extiende desde Zumaia (Gipuzkoa) hasta Getxo, caracterizada por capas alternadas de roca dura y blanda que recuerdan a un hojaldre. La zona ganó notoriedad tras aparecer en varios episodios de la serie “Juego de Tronos”. Según la directora de la Fundación Punta Begoña, María Peraita, “un grupo de hidrogeología de la Universidad del País Vasco descubrió que allí se produce un salto de era geológica: los estratos más profundos son cretácicos y los superiores paleógenos, con una antigüedad de 65 millones de años”.
El proceso de rehabilitación comenzó en 2014 cuando la Universidad del País Vasco propuso al Ayuntamiento unir esfuerzos para explorar la viabilidad de restaurar el monumento y maximizar su potencial, involucrando a cinco grupos de investigación de disciplinas tan diversas como Bellas Artes, Química y Análisis Medioambiental. Entre los hallazgos más relevantes está el descubrimiento de un yacimiento prehistórico de hace 4.800 años en los antiguos jardines de la casa de Echevarrieta, que evidencia un asentamiento temporal de poblaciones calcolíticas que dejaron de vivir en cuevas.
En 2021 se creó la Fundación Punta Begoña, que este año gestiona un presupuesto de 984.476 euros, proveniente mayoritariamente de fondos municipales y de aportaciones de programas del Ministerio de Vivienda y Agenda Urbana, del Gobierno Vasco y de la Diputación Foral de Bizkaia.
El plan de obras, que avanza por fases, contempla la finalización del proceso en 2032. Hasta ahora se han realizado las reformas estructurales más críticas, como la “amarradura” del edificio al acantilado. Al estar asentado sobre flysch y sobre capas de piedra blanda, los técnicos describen el trabajo como “una intervención de cirujanos” para evitar deslizamientos, según explica Gonzalo Arroitia, consultor de Naciones Unidas y Cátedra UNESCO de patrimonio. Se sustituyeron los ventanales originales de teca, importada de la antigua Birmania, por equivalentes tailandeses y se recuperaron gran parte de los coloridos azulejos sevillanos que decoran la fachada norte. Asimismo, el gran balcón de la fachada sur fue restaurado y ahora se utiliza para actividades culturales al atardecer.
El reto inmediato es la rehabilitación del enorme salón orientado al mar, una sala cargada de historia que en la época franquista albergó iconografía del régimen y, posteriormente, fue cubierta con pintas reivindicativas y agujeros de pelota. “La complejidad consiste en contar toda esa historia respetando la Ley de Memoria Democrática”, afirma Arroitia. Se trabajará la estructura de la estancia y, a finales de este año, se intervendrá en la decoración pictórica, preservando los elementos que deben mantenerse, eliminando los que deben desaparecer y explicando el contexto histórico que rodea al lugar.
Un principio rector del proyecto es que el monumento “nunca esté cerrado por obras”. Los trabajos deben convivir con actividades culturales, formativas y cívicas, de modo que las galerías funcionen como un núcleo cultural activo para el municipio. Desde hace meses, Punta Begoña acoge exposiciones, rodajes, desfiles, ciclos de música, talleres y otras iniciativas de gran impacto social, mientras los equipos universitarios continúan su labor de investigación y restauración.
“Desde la administración no se ha definido un uso único del espacio; la gente lo ha ido moldeando según sus necesidades”, comenta Peraita. En octubre, las galerías Punta Begoña volverán a participar en el programa de las Jornadas Europeas del Patrimonio, ofreciendo conferencias y conciertos que, el año pasado, agotaron el aforo desde uno de los mejores miradores del Cantábrico.
Deja una respuesta