Irati Mitxelena y Carlos Sáez, cuando el atletismo no es lo único en la vida
Irati Mitxelena, la saltadora de longitud donostiarra, combina en su día a día la pista de atletismo con la investigación científica. Tras una larga jornada de ocho horas en el laboratorio, donde trabaja en un ensayo de terapia génica para la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), la atleta recuerda con claridad el salto de 6,70 m que realizó el 14 de agosto en Guadalajara. Esa marca le valió la clasificación, a los 27 años, para sus primeros Campeonatos Mundiales de Atletismo en Tokio.
“Si pudiera elegir una razón de orgullo, sería encontrar una terapia para la ELA, pero el atletismo también me brinda momentos de gran euforia”, comenta Mitxelena. Además de entrenar bajo la dirección de Ramón Cid en San Sebastián, la deportista combina su rutina con una beca de investigación en neurociencia en la Universidad de Cincinnati, donde estudió mientras competía. “Trabajo ocho horas y entreno tres, y duermo al menos nueve para mantener el equilibrio”, explica.
El equipo español para Tokio
España llega a los Mundiales de Tokio con 56 atletas (30 mujeres y 26 hombres). Entre los nombres más destacados están la velocista Jaël Bestué (200 m en 22,19 s) y Paula Sevilla (400 m en 50,70 s), ambas protagonistas de los relevos 4×100 m y 4×400 m que obtuvieron medallas en la fase clasificatoria. También compiten el marchador Paul McGrath, el triplista Jordan Díaz y el velocista Enrique Llopis (110 m vallas), cuarto en París 2024.
En la prueba de fondo, la heptatlética María Vicente regresa a la élite tras 17 meses de recuperación de una ruptura del tendón de Aquiles. Junto a ella, Carlos Sáez, mediofondista barcelonés, debutará en Tokio en la prueba de 1500 m.
El recorrido de Sáez ha sido particularmente dramático. En 2022, un accidente en la playa de la Barceloneta le provocó una disección arterial y un ictus isquémico traumático, dejándole medio rostro paralizado y una depresión que lo llevó a pasar 20 horas diarias durmiendo. “Los médicos me dijeron que no volvería a correr, pero tras seis meses me dieron el alta y me autorizaron a retomar el atletismo”, relata. Después de superar una infección dental que le mantuvo alejado de la competición durante un año, este verano corrió 1500 m en 3 min 32 s, lo que le valió la selección para Tokio.
“El atletismo y la vida son superar dificultades que nos hacen más fuertes. El ictus me ha enseñado a valorar cada paso”, afirma Sáez, que combina el entrenamiento con estudios de Derecho en la UNED y vive con su pareja, la también mediofondista Miriam Costa.
El equipo español, aunque dos atletas menos que en Budapest 2023, llega con la confianza de los medallistas de París 2024 y la ambición de repetir esos éxitos en el estadio de Tokio, el mismo donde Mike Powell estableció el récord mundial de salto de longitud (8,95 m) en 1991. Mitxelena y Sáez encarnan la pasión y la resiliencia del atletismo español, demostrando que, más allá de los resultados, la lucha personal y la superación son la verdadera medalla.
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