El rechazo a los brasileños avanza en Portugal: del estereotipo sexual a ofrecer dinero por su cabeza

Casi medio millón de brasileños residían en Portugal en 2024, según los datos publicados por la Agencia para la Integración, Migraciones y Asilo (AIMA). La cifra oficial excluye a quienes poseen doble nacionalidad, a los que están tramitando su permiso de residencia y a los que se encuentran en situación irregular.

Incidente de violencia racial y respuesta judicial

En agosto, el panadero de 56 años João Paulo Silva Oliveira, de Aveiro, publicó en TikTok un video en el que ofrecía 500 euros por la cabeza de cualquier brasileño que le entregara. En la grabación, Oliveira mostraba billetes mientras afirmaba “a cada portugués que me traiga la cabeza de un brasileño, le pagaré 500 euros”. El video se viralizó rápidamente, generando una fuerte condena social.

Tras el escándalo, la panadería donde trabajaba Oliveira emitió un comunicado en el que anunciaba su despido y repudiaba “cualquier forma de racismo”. Un colectivo de 39 abogados calificó sus declaraciones de “inmorales, indecentes y peligrosas” y presentó una denuncia ante la Fiscalía portuguesa por incitación a la violencia y discurso de odio contra una comunidad concreta.

El 8 de septiembre, la Policía Judicial detuvo a Oliveira. Fue puesto en libertad 24 horas después, bajo la condición de no volver a acceder a redes sociales. El hombre tiene antecedentes por delitos contra el patrimonio y ahora enfrenta cargos de apología de la violencia e incitación al asesinato, investigados por el Ministerio Público.

En un caso similar, el juzgado de instrucción de Lisboa, en octubre, decretó prisión preventiva para Bruno Silva, de 30 años, tras publicar en X (antes Twitter) una oferta de 300 000 euros por “una masacre que elimine al menos 100 brasileños en Portugal” y un bono de 100 000 euros por la cabeza de la periodista brasileña Stefani Costa, corresponsal del portal Opera Mundi. La amenaza había sido denunciada previamente por la propia Costa, que señaló que “una amenaza de muerte es una línea roja que no se cruzó durante un año”.

Según la periodista, este es el primer caso en la historia de Portugal en el que una persona es ingresada en prisión preventiva por incitación al odio y amenazas de muerte a través de redes sociales.

Los datos oficiales reflejan un aumento sostenido de la xenofobia contra los inmigrantes. Entre 2018 y 2022, las denuncias presentadas ante la Comisión para la Igualdad y contra la Discriminación Racial (CIGDR) crecieron un 142 %. En 2022, los brasileños, que representan el 31,4 % del millón y medio de residentes extranjeros, constituyeron el 34 % de las quejas recibidas por la comisión.

“Las denuncias sólo representan la punta del iceberg; muchas víctimas no se atreven a denunciar por miedo a represalias y a la sensación de inseguridad jurídica”, explicó Ana Paula Costa, presidenta de la Casa do Brasil de Lisboa, asociación fundada en 1992 para promover la integración de los inmigrantes.

El clima de hostilidad también se refleja en la opinión pública. Un barómetro elaborado por la Fundación Francisco Manuel dos Santos indica que el 51 % de los portugueses considera que debería reducirse el número de brasileños en el país. La periodista Stefani Costa asegura que el discurso racista se extiende desde el Parlamento hasta la calle, dificultando su labor como comunicadora brasileña en Portugal.

Otros testimonios confirman la discriminación cotidiana. Amanda Lima, redactora de inmigración del histórico Diário de Notícias, relata haber sido objeto de campañas de acoso en redes y señala que “se nos acusa de no hablar bien el portugués, un racismo ligado a un nacionalismo que teme el empuje cultural de Brasil”.

El ascenso de la ultraderecha, liderada por André Ventura y su partido Chega, ha normalizado los mensajes antiinmigrantes en debates parlamentarios, en medios de televisión y hasta en propaganda electoral. “Se crea la idea de que todos los inmigrantes son delincuentes, lo que alimenta una lógica de separación y genera un ambiente tóxico e injusto, cuando la mayoría contribuye a la economía del país”, puntualiza Ana Paula Costa.

El actual gobierno, encabezado por la coalición de Luis Montenegro, ha impulsado una reforma acelerada de la legislación migratoria. Según críticos, el ritmo ha provocado modificaciones que rozan los límites constitucionales, lo que ha generado polémica sobre la dirección que Portugal está tomando respecto a la acogida de inmigrantes, especialmente de países lusófonos.

En junio de 2024, la Comisión Europea contra el Racismo y la Intolerancia instó a las autoridades portuguesas a reforzar la lucha contra los delitos de odio. Paralelamente, el Consulado General de Brasil en Lisboa lanzó una campaña de sensibilización contra la xenofobia. Alexandra Gomide, presidenta de la asociación luso‑brasileña UAI, destaca ejemplos de buenas prácticas, como la ciudad de Braga, donde residen unos 20 000 brasileños y donde “las políticas municipales de respeto y cuidado han favorecido una mayor integración”.

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